El músico que desbancó a Elvis y a los Rolling Stone

16/05/2013

Searching for a sugar man – Sixto Rodríguez

Si has visto el cartel del Festival Primavera Sound 2013 (del 22 al 26 de mayo en Barcelona) probablemente no hayas reparado en que el 25 de mayo a las 19:45h. toca un tal Sixto Rodríguez. Como supondrás, si es que ese nombre te dice algo, la programación de este concierto dista mucho de ser casual. Y Rodríguez, desde luego, no tiene nada de hipster. En realidad es el resultado de una increíble serie de rocambolescos acontecimientos, cuya culminación tuvo lugar el 24 de febrero de 2013. Esa noche la película “Searching for Sugar Man” se llevó el Óscar al Mejor Documental, aunque previamente ya había obtenido el mismo galardón en los premios BAFTA y se había llevado el premio del público en el Festival de Sundance. Así que, sin entrar a valorar la ya de por sí singular historia de Sixto Rodríguez, lo que es seguro es que, si esa noche cualquiera de las otras películas nominadas se hubiese alzado con el Óscar, el concierto del Primavera Sound nunca se habría producido y el mundo seguiría ignorando a un músico de la talla de Rodríguez. Primera casualidad o, utilizando una denominación más propia de Rodríguez, First Cold Fact.

Segunda fase

Para llegar a la segunda de esta serie de casualidades, encuentros y desencuentros hay que remontarse a 2006. Como cuenta Íñigo López Palacios en El País, en ese momento Malik Bendjelloul, con 28 años, sueco de padre argelino, viajaba por África buscando una historia para su primer largometraje. En Ciudad del Cabo, Sudáfrica, entró en una tienda de discos. Al dueño, Stephen Segerman, un melómano local, le apodaban Sugar. “Me pareció un alias gracioso y le pregunté por él”. Así oyó hablar, por primera vez, de Rodríguez. “Era una historia tan extraordinaria que me cuestioné por qué nadie allí había hecho una película”. Segerman le respondió a la pregunta sobre su apodo:

“Sugar man es la primera canción de Cold fact. Cuando descubrí a Rodríguez estaba obsesionado con él. Por mi apellido, Segerman, mis amigos ya me llamaban Seger, de ahí a Sugar, había un paso”.

Segerman se convertiría en el hilo conductor de la historia de la película. Second Cold Fact.

Seguimos rebobinando hasta el año 1997. De la mano del propio Segerman y del periodista Bruan Currin, también fanático de la música de Rodríguez, descubrimos cómo se llegó a forjar su mito en la Sudáfrica del Apartheid. Un lugar donde “no había televisión porque era comunista” y donde, a causa del boicot internacional al régimen, ningún grupo visitaba el país para hacer conciertos y lo que llegaba de fuera solía llegar de forma clandestina. Quién sabe si a causa del aislamiento internacional o a pesar de él, todo lo que rodeaba la historia de Rodríguez estaba cubierto de un halo de misterio. Se rumoreaba que se había suicidado, pero desde hace años circulaban versiones contradictorias. “Cuando empezaron a buscarle lo que querían saber era cómo había fallecido”, explica el director. Third Cold Fact.

La madre de todas las casualidades nos lleva a 1970. Según se cuenta en la película, en ese momento una turista sudafricana que visitaba los Estados Unidos escuchó -nuevamente por casualidad- el primer disco de Rodríguez y se llevó una copia a su país de origen. A partir de ahí comenzó a circular entre los jóvenes de forma clandestina, hasta que, en 1971, fue publicado por una compañía discográfica sudafricana. “Fue uno de los discos más famosos de todos los tiempos. Fue nuestra banda sonora, más que Elvis. Más que los Rolling Stones“, cuenta Stephen Segerman. Así que lo singular del caso no solo reside en la curiosa forma en la que la música de Rodríguez llegó a Sudáfrica, sino las razones por la que triunfó como icono de la libertad y el “anti-establishment”, con unas letras que ni siquiera habían sido concebidas en referencia al contexto político de Sudáfrica. Fourth Cold Fact.

Y así, casualidad tras casualidad, por fin llegamos hasta finales de los años 60, donde tiene lugar el amargo desencuentro que origina toda esta historia. El eterno desencuentro entre la calidad musical, la industria y el público. Un misterioso músico llamado Sixto Rodríguez, hijo de inmigrantes mexicanos, fue descubierto en un club de Detroit por dos productores vinculados con el poderoso sello Motown. Su voz cálida, su guitarra acústica y sus letras sociales sobre la dura vida en los barrios trabajadores de la urbe industrial les hicieron frotarse rápidamente las manos pensando en Rodríguez como un nuevo Bob Dylan. Aún hoy, cuarenta años después, siguen preguntándose qué salió mal. Por qué no funcionó, si el perfil de Rodríguez cumplía todos los requisitos de la fórmula del éxitoFifth Cold Fact.

Existen más casualidades y un número nada desdeñable de Cold Facts. No las mencionamos porque queremos que disfrutéis de esta gran película sin nuestros incómodos spoilers. Pero aquí no acaba la historia. Como cuenta la revista Rolling Stone, aunque “Searching for Sugar Man” es un filme magnífico, solo roza la superficie de la historia vital de Rodríguez y se deja anécdotas sorprendentes. Por ejemplo, que su música triunfó en Australia antes que en Sudáfrica. O que Rodríguez no vio la ceremonia de entrega de los Óscar, entre otras cosas, porque ni siquiera tiene televisor.

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